El mal que duró cien años

«La Grilla en Rosa» de Fabio -en versión cortita para grillar de volada-

Antes que nada, dejen me presento junto a esta columneja con pretensiones: caricaturista ya más metido a periodismo escrito, tengo esta columneja con dismenorrea que ha aparecido a veces de forma continua y otras allá cada que viene el Papa, muy hociconcita y decidora. Con textos afilados y llena de ocurrencias que no desentonan, inauguro esta primera edición en Michoacán (yo soy jalisciense). Dicho lo cual, continuamos con lo que debe de seguir:

Y que se muere Luis Echeverría, mentor ideológico y faro mental del actual paracaidista de Palacio nacional. Cien años de impunidad (Gabriel García Márquez envidiaría el título) se aventó el nene, culpable nada más de las matanzas de Tlatelolco el 2 octubre de 1968 y del Jueves de Corpus de 1971, que dejó, como en la Plaza de la Tres Culturas, una cantidad indeterminada e imposible de saber de muertos y heridos.

Si uno repasa lo que dejó este pelón hiperactivo (aunque tal derroche de actividad no servía de nada pues madrugaba para empezar la jornada de pendejadas desde hora temprana), que convertía en reunión de trabajo hasta la hora de hacer chis, encontramos que concentró el poder en él mismo, que tomó todo el arcoiris de pésimas decisiones económicas, que endeudó al país de manera pornográfica, que le encantaba sentirse «del pueblo», que reprimió a la prensa (inolvidable como sacó de «Excelsior» a Julio Scherer, fundador después de la célebre revista Proceso), que no aceptaba un no por respuesta y emprendió dudosas iniciativas dizque en beneficio del país, aunque fueran entelquias que sólo funcionaban en su disfuncional cabecita, además de exigir sumisión ciega a sus subalternos.

-Pausa para comercial: ¿Suena parecido al Peje? Pues sí: salvo la sumisión perruna al narco, que es su muy personal aporte a la ruina nacional, el macuspano copia todo el libro de Echeverría-.

Y, como no podía faltar, Echeverría tenía una esposa folclórica y prepotente en extremo, María Esther Zuno, quien impuso que los actos oficiales y las giras por el mundo estuvieran embadurnadas de un ultranacionalismo rancio y ridículo. De ahí nacieron los llamados aviones de redilas, que llevaban a cientos de personas en los viajes por el mundo de Echeverría, entre los que iban periodistas, empresarios de medios y de otras cosas, políticos con todo y familia, mariachis, bailarines folclóricos y cocineras con todo y molcajetes.

De paso: también era abstemio, como el mesías, y los secretarios y demás fauna se echaban cientos de litros de aguas de sabor en vez de alcoholes, como estaba acostumbrados. También se decía de él que era tan pen&%& que estudiaba día y noche si tenía examen de orina.

Y como Echeverría concentró en él hasta las decisiones económicas («La economía se maneja desde Los Pinos», llegó a decir después de destituir a su secretario de Hacienda), con la alegría de Layda Sansores poniéndose botox arruinó el andamiaje económico sano que le dejaron los presidentes anteriores a él.

Además, en vez de juntarse con los países del Primer Mundo (los avanzados, pues; en aquellos ayeres los de Primer Mundo eran Capitalistas, los del segundo mundo los socialistas y el tercero el resto de la perrada internacional), se autonombró líder de los «países no alineados», y que desalinea toda la política exterior, siempre en pro de la dictadura cubana. Nomás le faltó declarar públicamente su amor a los dictadores de América Latina.

Devaluó el peso de manera brutal, la inflación se fue por las nubes, arruinó todo lo que pudo, y… Ya mejor ahí le paro, o en vez de columneja sale ensayo.

Total que al fundador de Cancún (negocito que lo hizo corruptamente rico) le fue como al diablo con San Miguel conforme se fue añejando y haciendo más decrépito de lo que fue en el pináculo del poder. Sus propios hijos lo declararon incapaz y que me lo despojan de todo lo robado en beneficio de la Nación, que lo retacan en su cuarto en su casa de San Jerónimo Lídice, y a veces lo sacaban al sol para que los ácaros se comieran sus pellejitos.

Era tan nocivo que su propio y estúpido y corrupto sucesor lo desterró hasta Camberra, Australia, con tal de que dejara de enchinchar en México. Todo lo malo que se le deseó por su criminal paso por la política nunca lo alcanzó. El muy cabrón se fue impune de todo, pues cuando le levantaron cargos por el 68, le tuvieron compasión (que no tuvo por sus víctimas) y le retiraron las demandas.

El mal duró cien años. El mal actual, copia fiel en ineptitud y criminalidad, esperemos de acabe antes de 2024.

@Fabiocarton

@LaGrillaEnRosa