El empatías

«La Grilla en Rosa» de Fabio -en versión cortita para que no se tarden grillando-

Parafraseando al personaje del comediante Alejandro Suárez («El Simpatías»), podemos decirle al mesías que él es «El Empatías». Nunca, hasta el pasado fin de semana, fue a una zona de desastre a saber cómo estaba la gente afectada o a ensuciarse los zapatitos carísimos que el austero franciscano usa. Y ahora que fue, mejor se hubiera quedado en Palacio nacional haciendo lo que mejor le sale: tirar dinero y nada.

Porque dizque fue de último momento a Coahuila, en un arranque de no sé qué, a ver qué transa con los mineros atrapados en las simas de una mina de carbón que está anegada con agua. Y el empático garnachero allá va con su plétora de inútiles aplaudidores y capeado de militares, todo sonrisas él, como si se tratara de una fiesta.

Y en ese tono festivo se aventó su bodrio mañanero, muy sonriente y graciosito; tan se emocionó que fueron más de tres horas de estupideces las que se aventó a domicilio de los mineros. Ah, pero llegó la hora de ver a los familiares de éstos, y ahí se acabó la sonrisita.

Las familias le reclamaron fuerte que nomás fue a tomarse la foto, a no hacer nada y a pasear. Ante la calidad y la cantidad de reclamos, el primer hocicón de la Nación les dedicó tres minutotes tres del valioso tiempo que pierde arruinando a México, y los dejó hablando solos.

¡Vaya calidad de presidentito! Prefiere nada más alabanzas y mentiras a su favor que enfrentar a la gente que sus tarugadas han hecho enojar.

Porque la mina de carbón, de ese carbón que se usa para contaminar y producir electricidad a la antigüita en tiempos de las energías limpias, es el mismo que comercializa a precios ingentes uno de los empresarios lambiscones consentidos, el dizque senador Armando Guadiana, tipo de bigotes de pulquero y mañas de carrancista, principal beneficiario de la venta del carbón al desgobierno federal, y quien gana una lanota mientras tiene a sus trabajadores en condiciones miserables bajo tierra.

Estoy seguro que el mesías fue a ver que la mina estuviera bien, que las cuentas de sus empresarios cuates estuvieran gordas y cachetonas, y que ningún sicario haya sido maltratado en la elaboración de este drama humano. ¿La gente? Mientras no voten por su graciosa majestad, que se vayan a ondear changos por la cola.

La última vez que se le recuerda que fue a algún lugar con desastre natural, fue a Tabasco, cuando ordenó inundar las zonas más pobres del estado, y no se bajó para nada de una Hummer pues dijo que si se mojaba de iba a enfermar, a la vez que hizo de la visita un mítin con todo y acarreados. Puro humanismo, no pedazos.

Como decía Inodoro Pereyra, el inolvidable personaje del caricaturista argentino Fontanarrosa: «Para semejante luz, es mejor quedarse a oscuras».

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