Cárteles mexicanos evolucionan

Ciudad de México, 18 de mayo 2015 (Círculo Digital).- Luego de la captura o abatimiento de varios de los principales capos en los últimos años, el mapa de los cárteles de la droga en México ha cambiado radicalmente. Ahora los grupos operan de forma territorial y se han vuelto más violentos y peligrosos.

Actualmente, y luego de las detenciones de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, Servando Gómez ‘La Tuta’, Vicente Carrillo Fuentes ‘El Viceroy’, Miguel y Omar Treviño Morales, y el abatimiento de Nazario Moreno ‘El Chayo’, Ignacio Coronel, y Arturo Beltrán Leyva ‘El Barbas’, la lucha por diversos territorios y plazas se ha agudizado.

Ahora hay nuevos liderazgos, pero con poder fragmentado, y solo el Cártel de Sinaloa, y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) mantienen la hegemonía sobre sus plazas.

De acuerdo con la  Procuraduría General de la República (PGR), en México operan nueve cárteles: Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Los Zetas, Golfo, Tijuana, Beltrán Leyva, Juárez, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios. En paralelo, 45 células delictivas se dedican a traficar drogas, robar gasolina, secuestrar y extorsionar.

Los nuevos capos son más públicos e incluso usan las redes sociales para demostrar su poder, publicar sus ejecuciones y amenazar. Sin embargo, y de igual forma que la generación anterior, siguen teniendo mucho poder de infiltración en los cuerpos policiacos y alianzas con políticos y empresarios.

De acuerdo a Gerardo Rodríguez, experto en seguridad nacional y terrorismo, “en el caso de México se está copiando el llamado modelo BACRIM (bandas criminales emergentes) de Colombia donde los grupos pequeños evolucionan a otros negocios ilícitos redituables como son la extorsión a sectores económicos, robo de mercancías, tráfico de personas y secuestros”.

Agregó que “después de capturar a los grandes capos tiene que hacer lo mismo con los demás líderes y atacar los activos financieros”.

Por su parte, Javier Oliva, especialista en seguridad nacional y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), precisó que “la fragmentación era muy previsible, (…) esto atomiza la lucha contra el crimen organizado al tener líderes menos visibles y puede originar el incremento de la percepción de la criminalización”. (Con información de El Universal y lopezdorica.com)