Víctor Hugo Rascón Banda, el dramaturgo que documentaba la realidad

Foto1 La_Malinche_autor_Victor_Hugo_Rascon_Banda31 de julio de 2015 (Maya Comunicación/Circulo Digital)  “La verdad es que me han colgado muchas etiquetas. Dicen que escribo teatro documental, subversivo, contestatario. Yo creo que ninguna de esas clasificaciones es acertada porque en principio no concibo que una obra, bajo determinado género, vaya a servirme  de pretexto para manifestarme sobre un aspecto social que me cause alguna preocupación”, cita Miguel Ángel Pineda en su libro Temas de teatro al dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda (Uruachi, Chihuahua, 6 de agosto de 1948 – Ciudad de México, 31 de julio de 2008).

 

En los títulos Temas de teatro, de Miguel Ángel Pineda Baltazar (1995), Ires y venires del teatro en México, de Olga Harmony (1996) y Así es el teatro, Alegría Martínez (2005), de la colección Periodismo Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes se registra parte de las aportaciones realizadas por el dramaturgo.

 

Víctor Hugo Rascón Banda explica sobre el grave error de los autores al etiquetar primero la obra y luego escribirla, pues el autor de manera directa está  predisponiendo la temática y la manipulación que ejercerá sobre los personajes, lo que hace que se pierda la frescura de la obra.  “El autor primero debe escribir y, posteriormente, si revisan su obra, él o los críticos, se determina entonces el género y el estilo de acuerdo con las características de las misma”.

 

En Temas de teatro, el autor chihuahuense, quien fue presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem)  describe que no fue hasta que luego de terminar Voces en el umbral  se percatara de haber manejado un “realismo poético” y fuera de las pocas obras en que lo manejara, como también ocurrió en  Armas blancas. “Las circunstancias, los hechos reales me han motivado a escribir obras similares a éstas, en su problemática latente.  Lo que sucede es que cada quien escribe de lo que le interesa, a mí ni me llama la atención escribir sobre mis problemas cotidianos o mis conflictos existenciales. Las circunstancias exteriores se me imponen.”

 

De igual forma habla sobre sus “finales pesimistas” pues comenta que está directamente relacionado con el mundo actual-real, pues a la mayoría de las personas les toca la de perder. De ahí que los desenlaces son trágicos, pues es tal y como pasa en la vida real. El autor comparte a qué dramaturgos y directores admiraba, como Hugo Argüelles, Emilio Carballido, Héctor Azar, Luisa Josefina Hernández y Vicente Leñero.

 

“Víctor Higo Rascón Randa solía decir que su vocación nació en el momento en el que lo bautizaron con el nombre  Víctor Hugo, y fue así: obedeciendo este designio que se negó a dedicarse a la minería, al campo o cualquiera de las actividades de sus coterráneos”, exprsó en entrevista conConaculta, Lorena Salazar Manchin, actual presidenta de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem).

 

“Es indudable que la calidad humana se manifiesta con mayor plenitud, cuando el hombre se entrega con pasión a los aspectos creadores y emotivos del espíritu, ya sean estos dirigidos a las tareas artísticas o en la realización de ideales de servicio a la comunidad, Víctor Hugo seguía esta calidad y nos las mostraba constantemente”, agregó Lorena Salazar Machain.

 

La titular de la Sogem expuso: “Después de graduarse como maestro normalista, Víctor Hugo Rascón Banda  llegó a México para estudiar leyes y en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, con algunos compañeros, fundó un grupo de teatro  en el que sus sueños comienzan a tomar forma ya que adapta, escribe y dirige varias obras”.

 

“A siete años de su muerte extrañamos su presencia, añoramos su sonrisa e intentamos consolarnos con la certeza de que su obra de indudable calidad humanística y  literaria lo mantendrá con nosotros”, concluyó Lorena Salazar Machain.

 

En Temas de teatro se pueden encontrar la reseña de Máscara contra cabellera (1985), la cual surgió  a petición de Enrique Pineda y un grupo de actores de la Universidad de Xalapa, y resultó ser una alegoría de la Pasión de Cristo sin intención premeditada. “El dramaturgo fue fijando un texto cuyo punto de partida fue la mitología creada alrededor de los protagonistas de la lucha libre, deporte-espectáculo, que congrega toda una farándula de fanáticos y un sinfín de intereses comerciales, para quienes los luchadores son carne de cañón”.

 

La fiera del Ajusco (1984) es otra obra de las obras referidas en en el libro de Miguel Ángel Pineda que deriva de un acontecimiento que conmocionó a la sociedad mexicana, cuando Elvira Cruz privó de la vida a sus cuatro hijos y luego intentó suicidarse, asediada por el hambre, el abandono y la marginación. El suceso conmovió al dramaturgo y  lo llevó a escena.  En Voces en el umbral  (1977), el autor señala:  “se muere como se vive: entre rememoraciones, fantasmas que encarnan recuerdos y afanes de justicia.”

 

Playa Azul  (1982) es una obra emblemática del autor que también se aborda en el libro Temas de teatro. Su trama se centra alrededor de una familia que se disgrega, un político en desgracia y un anciano que parece haber invocado a los demás personajes, cuando él mismo es tan irreal e impredecible como la paradoja política mexicana. “Paraíso perdido en que la magia convive con el mundo real o, mejor dicho, forma parte de él. Una región donde no tiene cabida el racionalismo utilitarista de la vida urbana, en la que los automóviles son más de temer que los fantasmas, y las tertulias a media tarde en el umbral de una casa de rancho dejaron paso a la televisión. Obra del autor que renovó las técnicas teatrales que prevalecieron en México hasta bien entrada la década de los años setenta, Playa Azul es, sin duda, una de las piezas más importantes de la llamada Nueva Dramaturgia Mexicana, anota Miguel Ángel Pineda.

 

Sobre Playa Azul, la también dramaturga Olga Harmony realiza su crítica en el libro Ires y venires del teatro en México, y refiere señala que fue censurada “con la muy tímida ‘renovación moral’ del presidente De la Madrid. Sea como fuere allí está y trasciende de cualquier intención inmediatista, porque es una de las mejores del autor y porque propone una muy interesante reflexión acerca de nuestro sistema y los políticos que han caído de su desgracia.”

 

Olga Harmony también refiere las piezas Contrabando (1991) y El criminal de Tacuba (1991). Intenta y consigue devolver a la palabra toda la fuerza dramática de la que se estaba desojando en nuestros escenarios en aras del espectáculo”, escribe Harmony sobre la obra Contrabando  ya que trata de un doloroso de la realidad del mexicano, el narcotráfico y sus secuelas. En El criminal de Tacuba renueva su interés por el derecho, como su preocupación constante al abordar temas como la justicia.

 

Por su parte, la autora de Así es el teatro, Alegría Martínez, reseña obras como: Homicidio calificado (1994) obra que aborda el “caso Santos”, hecho verídico ocurrido en Dallas, Texas, el 23 de julio de 1973, fecha en que un policía mató a un menor dentro de una patrulla, en medio de las sospechas de que el niño sustrajo de una gasolinera nueve dólares y una Coca-Cola. “La obra va mucho más allá de la anécdota; Víctor Hugo Rascón Banda, como abogado que es, plantea la acción en la corte, donde un juez porta un fuete en vez de mazo y donde los abogados vestidos a la usanza de los setenta, con enormes y coloridos zapatos de plataforma, repiten una y otra vez sus preguntas y formulan sus hipótesis veladas”, reseña la periodista.

 

A decir de la promotora cultural y critica de teatro, en Cada quien su vida  (1995) “Víctor Hugo Rascón Banda realiza una versión libre, más que obra teatral llevada a escena con rigor, resulta un espectáculo, una especie de invitación a un mundo hostil que nos obstinamos en olvidar, pero también vistazo a nuestra realidad cruda bajo el amparo del chiste político, el albur, el doble sentido, las palabras llamadas altisonantes a manera de pararrayos y por ventura, el sonido de música en vivo”.

 

También aborda el tema de la aparente “seguridad” que ofrecen los bancos en una era “moderna” en el que evidencia las nuevas formas de atraer clientes, otorgar créditos, pero en el que no han conseguido un sistema efectivo para proteger al cuentahabiente, La banca (1997). Y finalmente La Malinche (1998) obra que atrajo a teatristas, funcionarios y críticos de toda clase para observar la polivisión de la mítica mujer. “La Malinche es una obra múltiple que toca casi todas las aristas del tema y expone sobre todo las consecuencias, a más de quinientos años del suceso con todo y las transformaciones que ha habido tanto en nuestra ideología como en nuestra conformación social, política y física, proceso en el que desde luego hay una mezcla de lo sublime con lo grotesco, y la presentación de una serie de símbolos esenciales, cuya traducción imposible no dejará de ser para cada uno algo totalmente diferente”, refiere Alegría Martínez en Así es el teatro.

 

Semblanza

 

Víctor Hugo Rascón banda fue dramaturgo, crítico teatral, guionista y argumentista de cine, egresado de la Escuela Normal de Chihuahua; estudió la especialización en lengua y literatura españolas en la Escuela Normal Superior José Medrano. Más tarde se trasladó a la Ciudad de México donde obtuvo el doctorado en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

Realizó estudios de dirección teatral con Héctor Azar y de creación dramática con Vicente Leñero en el Centro de Arte Dramático, A. C. (CADAC). Asimismo, perteneció al taller de dramaturgia de Hugo Argüelles.

 

Combinó su desempeño en la docencia, en la administración pública y en la iniciativa privada con la carrera literaria. Fue profesor del sistema escolar de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), en la Facultad de Derecho de la UNAM y en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue subdirector de la Dirección de Asuntos Jurídicos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), subdirector de administración del Banco Aboumrad y director corporativo de Banca Cremi. También fue columnista en la revistaProceso.

 

Fue miembro de la Comisión de Artes y Letras del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNA) y del Consejo Consultivo del Instituto Mexicano de Cinematografía. En 1999 se convirtió en presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), tras la renuncia de Luis Reyes de la Maza. Un año más tarde se confirmó en su cargo al ser electo para el periodo 2000-2004.

 

Comenzó su carrera literaria con poesía y obras teatrales. En 1974 su obra Nolens Volens lo hizo merecedor del primer lugar como autor y director en el Concurso Obras de Teatro convocado por el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana. En 1979 Voces en el umbral fue finalista del Premio Tirso de Molina de España y recibió diploma de honor en el concurso de teatro organizado por la Sogem. Ese mismo año se estrenaron Los ilegales y La maestra Teresa, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro Ramón López Velarde, otorgado por el gobierno de Zacatecas. En 1981 escribió la obra Tina Modott que fue distinguida con el Premio Nuestra América de las universidades de Puebla y Sinaloa. Armas blancas recibió el Heraldo y el Premio de la Crítica Teatral Xavier Rojas, como el mejor teatro de búsqueda. El baile de los montañeses (Dir. M. Luna, 1982) obtuvo el Premio de teatro en el X Festival Internacional Cervantino.

 

Víctor Hugo Rascón Banda también incursionó en el ámbito cinematográfico. Comenzó como coguionista de la película Días difíciles (Dir. Alejandro Pelayo Rangel, 1987), que obtuvo en 1988 el Ariel al Mejor Argumento Original y la Diosa de Plata a la Mejor Historia escrita especialmente para el cine. Fue coguionista de la cinta Morir en el golfo (Dir. Alejandro Pelayo Rangel, 1988-1989), historia basada en la novela homónima de Héctor Aguilar Camín y que se hizo merecedora en 1990 de tres Diosas de Plata por Mejor Película, Mejor Guión y Mejor Dirección y, en 1991, del premio a la mejor película en el Festival de Trieste, Italia.

 

El autor escribió una autobiografía titulada De cuerpo entero: el último acto, publicada en 1990 por la UNAM y la Editorial Corunda. Su novela Contrabando obtuvo el Premio Juan Rulfo, en 1991. Sus obras teatrales Manos arribaLa fiera del Ajusco (1984) y Máscara vs. Cabellera se publicaron en 1985 bajo el título Teatro del delito por Editores Mexicanos Unidos.

 

Su obra se ha traducido a otros idiomas, se ha representado en el interior de la República, así como en diversos países.

Los interesados pueden encontrar más información el sitio: http://www.conaculta.gob.mx/ periodismo o escribir al correo mvega@conaculta.gob.mx