Solsticio de infarto reúne varia creación y testimoniales de Jorge F. Hernández

22 de mayo 2015 (Maya Comunicación/Círculo Digital) Que haya azar, sin destino, así traduce el escritor Jorge F. Hernández, el milenario principio chino: “Yuanfen”, en su libro Solsticio de infarto, editado por el sello Almadía.

 

Ese inmaterial capricho de la existencia sostiene a los textos que forman esta antología. Dos años de artículos publicados semanalmente en la columna Aguas de azar que apareció durante 15 años en el periódico Milenio.

 

Yuanfen sugiere la libertad de todo para ser, aparecer o desaparecer. Es un principio que manifiesta rotundamente el germen de lo vital que se aplica a aquello que es. “Yuanfen la sincronía con la que un lector se vuelve semejante e incluso corresponsal de un autor admirado, aunque el destino y demás circunstancias determinen que ambos han de permanecer separados. Yuanfen es en la mayoría de los instantes precisos en que se ven por primera vez en el universo dos seres que han de amarse eternamente”. Sí, ese hilo que enreda nuestras existencias se corta en cualquier instante, no es destino, es azar.

 

A voluntad de la fortuna, o chiripa, o serendipia, se le entregan a Jorge F. Hernández los misteriosos vínculos de todos los temas. La intertextualidad de la realidad y la existencia.  Solsticio de infarto, se asemeja a una excitante tómbola que nos entrega, análisis, ensayos, despedidas, lances anecdóticos, fulguraciones de la revelación.

 

Desde el inocente ensueño de los dibujos animados, en el que la imaginación de todos descansa y se deleita, despega el texto Medio siglo en piedra. Hernández describe dando vida nuevamente a los personajes y el mundo de Los Picapiedra, añora y con él nosotros, la sencillez de esa vida, las brontohamburguesas, la amistad afable, la infancia eternizada de Pebbles y Bam-bam. El transporte que no contamina porque son los pies los que impulsan, el lavavajillas que es la trompa de un elefante, el trabajo en la cantera…El trabajo en la cantera, picando piedra, súbitamente ese universo imaginario ya no lo es. Es la cotidiana realidad, es la condición humana, es el mito de Sísifo…

 

La mitológica Fama ha sido representada, a veces, sosteniendo dos trompetas, esto se debe a que puede pregonar o hacer público tanto lo verdadero como lo falso. En su artículo, Perder la cabeza, Jorge F. Hernández explora uno de los grandes temas de nuestros días, estridente y por lo mismo grosero, el de la fama acompañada de la impostura.

 

¿Qué hizo para ser famosa Alicia Esteve? No era actriz, no era una figura pública. Empezó por cambiarse el nombre, y después se situó en una de las más terribles escenas del siglo que corre: septiembre 11. Esta inquietante radiografía de la mentira, incita al lector a aceptar que esta nuestra sociedad se encuentra fuertemente movida y motivada por la celebridad instantánea, a tal grado que es sencillo aceptar o incluso permitir el engaño fácil.

 

Ralph Waldo Emerson un día se fue a vivir en los bosques, a reconquistar a través de la naturaleza, su humanidad. Anthony Horton hizo lo mismo, según nos relata Jorge F. Hernández en su pieza Siempre carga una luz. Reafirmó que era humano en otro bosque, el de los túneles subterráneos del Metro neoyorquino. A pesar de ser considerado un sin hogar, Horton supo construirse uno en los oscuros y misteriosos meandros de una selva profunda. No era un vagabundo, era un artista, coautor del libro Pitch Black, una novela gráfica en la que legó su mirada, su estancia en esta tierra oscura para millones. Perviven sus recomendaciones para subsistir en cualquier circunstancia: todo se puede encontrar en medio de la basura. Siempre carga una luz.

 

El solsticio es una cúspide suspendida, el Sol que se detiene engolosinado en su poder y reino; el fenómeno se replica en el microcosmos que es el cuerpo humano, y así nos hace circular el escritor enSolsticio de infarto por el torrente del instante en que el corazón estalla y la vida se va en sentido contrario: hacia la muerte. “Tenía en las manos unos hermosos párrafos de un amigo escritor que narraba el eterno retorno al Parque del Retiro en Madrid, la continuidad de los parques de mi infancia en Washington y pensaba sin poder creerlo que me iría con la palabra felicidad en los labios…” Después de la parálisis el tiempo recomienza, y todo vuelve a ser nuevo, y la intensidad de lo inmensamente pequeño se recupera.

 

“El desgarro del infarto provocó una suerte de despedida de mí mismo”. A todo solsticio le corresponde un equinoccio, oscuridad pasmada, alargada, los juegos de luz entre uno y otro se evidencian en el acontecer de este escritor. Para recuperarse hay que dejarse ir. Volverse nuevo. “Es un equinoccio emocional y cursi…no cambio de estación, sino de vida. Atardecer del amanecer, escalera norte de una pirámide, la cara de perfil al Sol.”. Es el inventario íntimo y honesto que hace Hernández en Equinoccio emocional”.

 

Todo parece finito, pero las líneas que se cruzan y se enredan en el universo que es la memoria son eternas e infinitas. Solsticio de infarto, es un libro arterial, torrente que estalla y se bifurca en las calles que son la vida. Adioses, nostalgias, re-conocimiento, elecciones, música y estaciones.

 

Jorge F. Hernández nació en la Ciudad de México en 1962. Candidato al Doctorado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, ha sido profesor en la UNAM, ITAM, Universidad Anáhuac y en el Centro Cultural Helénico. Ha publicado En las nubes (El Equilibrista/CNCA 1997), en 2000 obtuvo el Premio Nacional de Cuento “Efrén Hernández” con el relato “Noche de Ronda”, incluido en Escenarios del sueño (CNCA 2005), Seiscuentosseis y uno de regalo (Ficticia/UANL) y El álgebra del misterio(Fondo de Cultura Económica, 2011), ambos en formato electrónico. Como ensayista ha publicadoRequiem Taurino (Aldus 1998) Territorios del tiempo. Antología de entrevistas a Carlos Fuentes (Fondo de Cultura Económica 1999, traducido al francés por Gallimard, 2005). Colaborador en las revistas Vuelta,Artes de México y Cambio. En los periódicos,Reforma y Milenio. Desde 2014 publica una columna en el diario El País.

 

Jorge F. Hernández, Solsticio de infarto. Prólogo de Juan Villoro. Editorial Almadía. México, 2015. Pp. 368.