Ofrece Alas y Raíces experiencia lúdica en la puesta El pulso del desierto

Foto1 recorrido_ludico_RMM08 de agosto de 2015 (Maya Comunicación/Círculo Digital)   Un recorrido lúdico por el arte y sonidos tradicionales de la cultura islámica ofrece la intervención escénica El pulso del desierto, espectáculo creado por la actriz y directora teatral Gisel Casas y el compositor Cristóbal Maryan para el Gran Recreo de Verano de Alas y Raíces, en el marco de la exposición Lo terrenal y lo divino; Arte Islámico de los siglos VII al IXX.

 

Es al ritmo del tambor y la narración de la princesa Aisha (Gisel Casas) que niños y adultos experimentan un rápido pero interesante recorrido por el arte islámico, pasando por las mezquitas, la cerámica, la joyería, el astrolabio, las armaduras, los jarrones y las alfombras.

 

Esta actividad lúdica que tiene lugar en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, espacio que alberga la exposición Lo terrenal y lo divino: Arte islámico de los siglos VII al XIX, la cual estará en exhibición hasta el 4 de octubre de este año, tiene como objetivo que los niños puedan apreciar las piezas que integran la muestra, pero también historias, explicaron Gisel Casas y Cristóbal Maryan.

 

La directora de teatro explicó en entrevista con Conaculta que ella y el compositor Cristóbal Maryan crearon juntos la actividad protagonizada por dos personajes: Sawat que representa el sonido y Aisha, una princesa. “Este es un viaje en el que conforme se va desarrollando mostramos las diferentes piezas, contamos una historia sobre una gran alfombra y concluimos con una propuesta musical en la que se baila y se canta”, señaló.

 

En el recorrido Aisha, con canciones, bailes y leyendas, cuenta un poco de la civilización islámica de la que forma parte y se siente orgullosa; aborda la historia de la caligrafía donde recordó que el arcángel Gabriel reveló los designios de Alá al profeta Mohamed, quien no sabía escribir: “Cada uno de los pueblos, en Egipto, en Turquía y en Siria, comenzaron a desarrollar una forma de escritura, dibujaban la palabra de diferentes formas”.

 

En un punto de la exposición Aisha pareció perderse junto con sus invitados, fue entonces que sacó astrolabio para que le indicara hacia dónde ir, posteriormente se visitó una bodega de armas, uno de los núcleos de la exposición que aborda el tema de la guerra, donde se exhibe una armadura con su cota de malla, casco, cetro y protectores.

 

Después se llegó a la parte de tapetes y alfombras. Ante la Alfombra de Ardabil, una de las más importantes del mundo al ser una pieza de 7.19 por 4 metros que data de 1539, Aisha cuenta una historia de amor, la de su madre, Farah, hija de un jeque que esperó en la torre más alta de su palacio a que llegara un príncipe en una enorme alfombra, quien sería digno de su amor.

 

“Así, espero y esperó, hasta que una noche comenzó a ver el brillo de las estrellas, que cada vez se acercaban más y más a su ventana, sorprendida miró, se acercó a la ventana y se dio cuenta que las estrellas habían bajado a su ventana y que había un príncipe sentado sobre las estrellas y recordó lo que le había dicho su padre, que las flores en las alfombras representan las estrellas y cada vez que te subas a una alfombra, es como tener el cielo en tus pies”.

 

Este recorrido lúdico, concluyó con cantos y bailes, en el que los asistentes aprendieron una canción alegre de los Emiratos Árabes Unidos, y a bailar, ellos armados con espadas y ellas moviendo sus cabelleras de un lado a otro.

 

Gisel Casas explicó que la actividad lúdica tiene relación con la curaduría a partir del cual se hizo un guión, tiene personajes y dramaturgia: “Esta es una intervención escénica musical que se está haciendo dentro de un museo, una propuesta contemporánea e innovadora”.

 

Los artistas explicaron que para la realización de la obra primero visitaron la exposición y que a partir de su curaduría hicieron la dramaturgia. Se trata de una intervención escénica en un espacio no convencional que es un museo, “para hacerla nos preguntamos cómo hacer que los niños puedan apreciar las piezas, pero también las historias”, apuntó Gisel Casas.

 

Compartió que conforme trabajaron los personajes también investigaron sobre historias. “Encontramos la historia del príncipe Achmed, a partir de ella nos inspiramos para escribir una nueva historia, la de Farah, que se hizo para mostrarle a los niños la importancia de las alfombras y el significado que tienen”.

 

Por su parte el compositor Cristóbal Maryan comentó que para la puesta seleccionó ritmos básicos que se encuentran en el mundo islámico como el masmoudi, “Seleccioné ritmos que apoyaran la narración, se van repitiendo y que ayudan a darle ritmo a la obra y sobre todo que los niños lo siguieran”.

 

Comentó que con  la propuesta escénica El pulso del desierto se busca acercar a los niños al museo y convierten su visita  algo divertido. “Es muy difícil acercar el público infantil a lo que son las piezas del museo, creo que al venir con nosotros y acercarse a nuestra historia hacen que las piezas del museo sean mucho más accesibles; si los papás quieren venir a la exposición y que sus hijos aprendan les recomiendo mucho este show, porque hace la visita al museo algo entretenido divertido y memorable”, aseguró.

 

El recorrido El pulso del desierto, actividad de Alas y Raíces, se repetirá el 9 y 11 de agosto, a las 11:00 y 13:00 horas, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, ubicado en Justo Sierra 16, Centro Histórico.