Policía de Tucson, Arizona, rechaza participar en redadas contra migrantes

A police car blocks an entrance to Davis-Monthan Air Force Base in Tucson, Ariz., Friday, Sept. 16, 2011, after a report of a man with a gun prompted panic and reports that someone had been shot at the sprawling military facility. Traffic into and out of the base was limited because of the security situation, but no one was shot or hurt, according to the public affairs office at the base. (AP Photo/Gary M. Williams)

“Conocen a los ilegales, los conocen por su nombre, por su apodo. Ustedes tienen el poder, el gobierno federal nunca podrá ser así de preciso, ustedes están en los vecindarios, conocen a los buenos, conocen a los malos”, así pidió Trump a las policías locales ayuda para detener a los migrantes ilegales, pero no en todos lados ha tenido eco.

“Cada localidad tiene sus derechos de hacer el enforzamiento de las leyes del estado y de la ciudad, no necesariamente estamos forzados a las leyes federales”, dijo Ramón Batista, sub jefe de la Policía de Tucson.

Ramón Batista tiene bajo sus órdenes a más de 850 policías en Tucson, Arizona, una ciudad demócrata en uno de los estados más republicanos.

Desde el momento en que Trump firmó las órdenes ejecutivas en las que solicitó a la Policía asistir voluntariamente en trabajos de migración, en el cabildo de Tucson surgió una iniciativa.

“Darle la dirección a nuestro Jefe de Policía de no participar en ninguna redada federal. Nuestros policías están ahí para servir a la comunidad, no para hacer redadas de ningún emigrante”, destacó Regina Romero, vicepresidenta municipal de Tucson.

Batista y sus elementos acataron la orden más por convicción que por obligación, en una comunidad 50% hispana en la que patrullan y conviven a diario.

“Es por eso precisamente, que es tan importante para nosotros que todo el tiempo estamos empujando el mensaje de decirles: ‘Miren tenemos esta ley, pero esta ley tiene muchas restricciones que no nada más te podemos parar y comenzar a preguntarte de dónde eres, así que no tengas temor, estamos para ayudarte, queremos que nos des información’”, destacó Batista.

Tucson aporta alrededor de 100 millones de dólares al presupuesto federal; Trump amenaza con retener esa cantidad, pero no intimida.

“Las seis ciudades más grandes de los Estados Unidos están con nosotros, entonces no tenemos por qué tener miedo a confrontar al Gobierno federal en las cortes. Tenemos el proceso de ir a las cortes y defender nuestros derechos como municipio y decir no vamos a participar en algo que nosotros pensamos que es anticonstitucional”, señaló la vicepresidenta Romero.

En paralelo al gobierno demócrata en Tucson, la pelea contra Trump también la dan viejos conocidos de la defensa migratoria.

En oficinas donde Zapata, el Che y un Azteca dan la bienvenida, está Raúl Aguirre.

Cuanto tenía 20 años, se convirtió en una pieza clave del activista César Chávez, en Arizona, al organizar las huelgas y los boicots contra rancheros productores de limón y uva.

Tiempo después, García decidió dejar el movimiento, cuando Chávez comenzó a patrullar la frontera para impedir la entrada de mexicanos que ofrecían mano de obra barata y complicaban su batalla de mejoras laborales para los locales.

Hoy como empresario, García asegura que órdenes como la del cabildo a la Policía son una prueba a tamaño escala de lo que vendrá a nivel nacional para Trump.

“Ya hay una movilización en el Congreso, o lo maniatan o lo sacan de la Presidencia”, concluyó Aguirre.

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