Gisela Mota, un crimen político

Política en Movimiento/Angélica Beltrán

México, DF a 5 de enero de 2016 (Noticias México).- Estamos en espera de las investigaciones que realizará la policía de Morelos para determinar quién o quiénes están detrás del asesinato de la presidenta municipal de Temixco, Morelos, Gisela Mota, a unas horas de haber rendido su protesta de ley para el periodo 2016-2018.

Mientras tengamos esas conclusiones oficiales, podemos sugerir que en este episodio que acabó con la vida de la perredista está involucrada la clase política, quizá exclusivamente el PRD.

Y es que sorprende cómo se dieron los hechos. En el acto público de la toma de protesta, con el cual se alcanzó una de las metas del partido de “izquierda” de ganar la alcaldía de Temixco, no asistieron los liderazgos perredistas, ni la militancia cercaba a la alcaldesa.

El gobernador de Morelos, Graco Ramírez no estuvo en el acto público; ni el presidente nacional del partido, Agustín Basave; ni los entrañables compañeros de ella, la senadora Dolores Padierna y René Bejarano, de la misma corriente, IDN; tampoco asistieron los dos diputados perredistas que representan a Morelos. Del Sol Azteca sólo estuvo presente el senador Fidel de Medicis.

La versión oficial de Graco Ramírez habla del narco detrás del asesinato y de la equivocada decisión de Gisela Mota de rechazar la custodia policiaca para su seguridad personal.

Lo cual es difícil de creer, ya que en el acto de toma de protesta el viernes 1 de enero la perredista estuvo fuertemente custodiada por elementos de la policía municipal, armados con metralletas; una escolta que cargó el lábaro patrio con todo y armas largas, y hasta el Ejército Mexicano que sitió la ex hacienda de Temixco, donde se realizó el evento.

Por ello resulta poco creíble la versión del gobernador de Morelos que la alcaldesa rechazó tener escoltas y la custodia de la policía, ya que eso la apartaba de la gente. No obstante, explicó que por ello fue tan fácil para los sicarios allanaron la casa de Gisela Mota y ultimarla a tiros.

Versión que por cierto hace recordar las versiones oficiales en torno al asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994, candidato del PRI a la presidencia de la República, en el sentido de había rechazado los guardaespaldas porque quería estar cerca de la gente, y eso había facilitado el asesinato, se dijo entonces.

Pero no es así, ya que con o sin guardaespaldas, la confabulación para asesinar está ahí, en cuya trama es poco creíble que no participaran las autoridades para su concreción.

Del asesinato de Gisela Mota se concluye, por diversos elementos, que fue pactado, acordado entre una cúpula política y el crimen organizado que son lo mismo en Morelos, como en Michoacán o Guerrero, gobernados por el PRD hasta hace una elección en el caso de los dos últimos estados.

Que el asesinato de Gisela Mota es un asunto aislado de la política es una versión que no se sostiene porque no es posible que se ultime a un jefe del ejecutivo, en este caso municipal, en su propia casa y la policía local no se dé cuenta.

Por varias acciones, escenarios, desencuentros, discursos y discordancias con la cercana clase política del PRD, comenzando con el gobernador Graco, se puede observar a primera vista que Gisela Mota es el Colosio del PRD.

Baste recordar que en su discurso póstumo expresó artísticamente con un cuento de Galeano que “las cosas no iban a seguir igual sólo porque siempre han sido así” con lo cual puso en jaque al grupo fáctico en el poder de Temixco, pues anunció la cancelación del servicio de grúas –el mismo que opera con total arbitrariedad en el DF– herencia que dejó Marcelo Ebrard a los gobiernos perredistas; y anunció también el fin de doble pago que se da para ciertos servicios municipales.

La voz popular abucheó a Graco Ramírez cuando llegó al funeral realizado en la explanada del palacio municipal el pasado sábado, y así, en medio de rechiflas de los ciudadanos, el mandatario estatal monto la correspondiente guardia de honor.

Los temixtecos saben quiénes son los responsables, falta saber qué dirán las autoridades y quiénes caerán por este artero asesinato, en un estado donde los votos en las urnas –quedó claro– no valen frente a la decisión de “unos” de no permitir que gobiernen las autoridades que elige la ciudadanía.

Que no quede impune este crimen, como ha quedado el de Luis Donaldo Colosio y el caso de los 43 normalistas desaparecidos, entre otros tantos que han pasado a formar parte de los archivos olvidados por las autoridades, pero no por la ciudadanía.

0-0-0

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.