Enrique Ochoa, antes crítico, hoy beneficiario del dedazo

Raúl Trejo Delarbre

CDMX a 14 de julio de 2016 (Noticias México).- Crítico del dedazo, Enrique Ochoa Reza ocupará la presidencia del PRI como resultado de una decisión discrecional del presidente de la República. Cuando fue estudioso del sistema político mexicano cuestionó excesos de ese partido y sugirió crear contrapesos al poder desmedido del Ejecutivo. Ahora, si la cúpula priista acepta la instrucción de Los Pinos, Ochoa tendrá la oportunidad de impulsar sus propuestas para parlamentarizar al Estado mexicano.

Hace ocho años Enrique Ochoa presentó su tesis doctoral en la Universidad de Columbia, Federalismo, democracia e inequidad. México en perspectiva comparada. Allí sostiene que el federalismo puede favorecer a la democracia y a una mejor distribución del ingreso en este, que es “uno de los países más desiguales en el mundo”.

En una nota a pie de página ejemplificó el contraste mexicano: “Casi la mitad de la población vive con menos de 5 dólares al día pero también es la casa del hombre más adinerado del mundo, el señor Carlos Slim, un monopolista de las telecomunicaciones que se enriqueció a través de las privatizaciones estatales a comienzos de los años 90”.
Dirigida por el destacado politólogo Alfred Stepan, la tesis doctoral del hasta hace unos días director de la Comisión Federal de Electricidad describe la transición política mexicana.

A diferencia de otras, dice, careció de un pacto nacional, no resultó de la derrota de un régimen militar y no requirió una elección fundacional. La transición mexicana fue pacífica, en un proceso en donde aumentaron la libertad y la equidad de las elecciones, los partidos de oposición fueron ganando espacios de representación y se crearon nuevos equilibrios. Pero no sin contradicciones.

Cuando se refiere a la designación de Carlos Salinas de Gortari como candidato presidencial en 1987, Ochoa recuerda que “a pesar de un proceso democrático simulado dentro del PRI, su candidato presidencial fue seleccionado una vez más por el entonces presidente del país. Por tercera vez consecutiva, la selección recayó en un burócrata con una ascendente carrera en el sector financiero del gobierno pero con experiencia política limitada…

La combinación del difícil contexto económico y las débiles credenciales políticas y partidarias del candidato crearon la percepción dentro de los miembros de la línea dura del régimen de que Salinas no era el hombre adecuado para esa labor”.
En otra nota, explica la costumbre presidencial para designar a sus sucesores: “este proceso, comúnmente conocido como ‘dedazo’ es una de las prerrogativas de hecho más importantes del sistema mexicano…”

Una década más tarde el PRI, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, comenzó a seleccionar a sus candidatos con elecciones primarias. Ese procedimiento “reemplazó a la antidemocrática y tradicional práctica del dedazo, por la cual el presidente seleccionaba a los candidatos para posiciones significativas”.

Aquellas primarias le permitieron al PRI ganar algunas elecciones pero en otros casos, explicó Ochoa, hubo procesos internos desaseados que propiciaron que los candidatos perdedores se fueran a otros partidos.

“Bajo un contexto democratizador caracterizado por una competencia política multipartidista subnacional, la designación presidencial centralista del candidato del partido a través del tradicional dedazo perecía ser desastrosa para el partido”.

En la investigación que le permitió obtener el doctorado, Ochoa explica que en México el pluripartidismo propició cambios en todos los niveles de gobierno. Pero en algunos casos los gobernadores del PRI acudieron a diversos ardides para conservar su control sobre las instituciones políticas.

Gracias a la existencia de gobernadores y alcaldes de diversos partidos, “se hizo popular la descentralización de las responsabilidades como un mecanismo para empoderar a los nuevos funcionarios electos democráticamente”. Sin embargo “en tanto muchos gobernadores enfrentan restricciones de congresos estatales multipartidistas y tribunales estatales independientes que inhiben prácticas no democráticas que florecen en el nivel regional, algunos gobernadores, no obstante, demuestran prácticas que podrían ser legados del anterior estado unipartidista en México”.
Adicionalmente a los diputados locales priistas con los que cuentan, “con algunos votos más de los partidos satélite o a veces con algunos congresistas que sospechosamente cambian de partido pocos meses después de tomar posesión, hay gobernadores que pueden designar a los miembros de las autoridades electorales locales”.
Con esa descripción del poder sin control, o a pesar de los controles formales, que todavía ejercen algunos gobernadores, Ochoa se refirió expresamente a Oaxaca, Puebla y Tamaulipas en la década pasada.

Sin embargo esa alusión es retrato fiel del estancamiento político que ha prevalecido en el Estado de México en donde habrá elección el año próximo.
En 2007 Ochoa presentó su tesis de licenciatura en la Facultad de Derecho de la UNAM, cuyos estudios había cursado varios años antes. Además hizo una licenciatura en Economía en el ITAM.

En aquella tesis, titulada Un estudio comparativo del federalismo, también criticó abusos del presidencialismo y, de paso, la legalidad de la elección de 1988:
“Durante el gobierno del Presidente Carlos Salinas, y al principio del gobierno del Presidente Ernesto Zedillo, se dio una modalidad adicional para la imposición del poder del presidente sobre las instituciones del federalismo: las llamadas concertacesiones.

Es decir, la práctica de negociar los resultados electorales para satisfacer la inconformidad de diversos partidos políticos de oposición ante supuestas condiciones de fraude electoral a nivel estatal y local.

Esta práctica metaconstitucional tiene su origen en la dudosa legalidad de la elección presidencial de 1988, el elevado nivel de competencia en dicha elección y el consecuente multipartidismo en la Cámara de Diputados que imposibilitaba por primera vez al partido del presidente reformar la Constitución por sí mismo”.

En esa tesis, que fue dirigida por el doctor Fernando Serrano Migallón, Ochoa agradece el respaldo de varios funcionarios pero muy especialmente a Luis Videgaray Caso, “un ejemplo a seguir a lo largo de los últimos veinte años… me ayudó a conseguir mi primer trabajo en la administración pública federal y ha sido un referente de cómo desarrollar con éxito sendas trayectorias en la academia, el sector privado y el servicio público.

México gana con funcionarios públicos como Luis Videgaray”.
Ni en la academia, ni en el gobierno, Ochoa Reza ha sido un hombre de controversias públicas. Sin embargo hace 10 años discrepó abiertamente con el entonces senador Manlio Fabio Beltrones quien, en una entrevista en Reforma, propuso la creación de una ley para comprometer a los partidos a una reforma institucional del Estado. Junto con el investigador Miguel Carbonell, con el que ha sido coautor de una decena de artículos, Ochoa publicó en ese diario el texto “¿Cómo se reforma al Estado?” (17 septiembre 2006) en donde sostuvo:

“La Ley de Reforma del Estado que se ha propuesto no es una respuesta correcta a los problemas políticos del momento actual. ¿Se propone una ley que castigue a los actores políticos con dinero o con su libertad en caso de que la incumplan? ¿Irían a la cárcel los individuos que no atiendan puntualmente los procedimientos y los tiempos que dicha ley establezca? Por supuesto que no. El mismo senador Beltrones así lo afirma en la entrevista citada. Entonces ¿cuál es la utilidad de una ley que no contiene sanción alguna en caso de incumplirse?”.

En abril de 2007 Beltrones logró la aprobación de esa ley que no tuvo consecuencias prácticas y dejó de ser vigente un año más tarde. Pero en aquel texto periodístico Carbonell y Ochoa Reza propusieron: “Probablemente habría que aventurarse hacia una ‘parlamentarización’ del régimen presidencial, de modo que, entre otras cuestiones, los secretarios de Estado fueran nombrados con aprobación del Congreso de la Unión o de una de sus Cámaras. Es necesario evaluar la conveniencia de crear la figura de primer ministro, funcionario que puede ser electo por una o ambas Cámaras, de entre sus propios miembros, y que adoptaría diversas funciones que actualmente tiene a su cargo la Secretaría de Gobernación…”

La inopinada decisión del presidente Enrique Peña Nieto para colocar a Ochoa Reza al frente de su partido reproduce las más autoritarias costumbres que han mantenido al PRI supeditado a la voluntad, con todo y caprichos, del Ejecutivo Federal. La inexperiencia de Ochoa en la gestión de conflictos políticos y su alejamiento de la complejidad de ese partido, junto con la indiferencia que hasta ahora había suscitado entre sus militantes, no le ayudarán en absoluto al inminente líder nacional priista.

Ochoa Reza se beneficia de la discrecionalidad del Ejecutivo que hace unos cuantos años cuestionaba. Pronto se verá si, además de esas críticas, también olvidó los propósitos que expresaba para reformar al poder presidencial.

0-0-0

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.