Coeditan Conaculta y Debate el título Literatura, investigación historiográfica del desarrollo de las letras en el país

08 de agosto de 2015 (Maya Comunicación/Círculo Digital) La Historia es un cuento fabuloso, fantástico, una ficción. Lo que se ve, lo que se viste, lo que se presiente, lo que se habla; todo confluye en la literatura. Todo lo que representa y cuenta desde sí mismo, aunque siendo otro, es imagen. Los tres aspectos de la realidad se reúnen en un mismo renglón: Literatura escrito por Pablo Escalante, Erik Velázquez, Antonio Rubial, Manuel Sol y Alejandro Toledo, volumen coordinado por Enrique Florescano, que en la colección de Historia Ilustrada de México, coeditan Debate y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

 

Signo, símbolo y pintura son tres ejes sobre los que se soporta una cultura, al condensarse se entrelazan para formar primero memoria y de ella se deriva la identidad que hace realidad una idea como nación. Así explica el historiador Enrique Florescano el concepto que alumbra este libro el cual permite un acercamiento, desde un horizonte distinto, a la literatura mexicana.

 

Todo comenzó a través de las imágenes, la historia de nuestra literatura dio inicio en el trazo del lenguaje pictográfico: los códices. ¿Pero qué cuentan?, pues la épica indígena; historias como la de la ceremonia del fuego nuevo en el Templo Mayor de Tenochtitlan, los actos de gobierno del rey mixteco 8 Venado, El Jaguar. También escenas tan cotidianas como la de los padres mexicas llevando a sus hijos al telpochcalli. Ya fuera grabadas en la piedra como las estelas, o plasmadas en los códices la primera intención literaria fue la de llevar de la oralidad a la memoria, la historia de los pueblos originarios.

 

La poesía recorrió otro camino, el que hablaba de temas guerreros y de los sacrificios son poco conocidos, pero existió una importante tradición transmitida oralmente de cantos para animar a los guerreros a perseguir la gloria que se alcanza en el combate y la victoria. El libro recoge algunos de esos cantos tanto en náhuatl como en castellano.

 

Otra fue la literatura sobre la vida cotidiana de los pueblos nahuas. En el Códice Florentino quedaron registradas frases de uso común como refranes. Es el caso de la frase “Ompa ce zotl ommopilo” que se traduce como “allí se colgó un trapo”, y que se refería a que se había hecho pública la mala conducta de alguien, al respecto los autores de este capítulo proponen que este podría ser el origen de la expresión actual de “sacar los trapos al Sol”.

 

Queda registro también de las diferencias en las expresiones utilizadas por nobles y por la gente del pueblo, por ejemplo, en las riñas. Las formas usadas por los nobles eran invitaciones a la moderación y disuasión: “Sé prudente…Busca ser respetado…Ya asienta tu corazón, ya descansa”.

 

Por otro parte la gente del pueblo era más dada al insulto: “gran guajolote, gran canasto de tontería…Cara de piedra de metate, cabeza rasguñada”, son algunos de los que se recopilan en este libro.

Conforme se asienta el periodo colonial, estas sagas, este mundo, irá quedando atrás, aunque nunca declinó el interés por recopilarlas, estudiarlas y comprenderlas, los nuevos tiempos traerían nuevas producciones literarias.

 

En el segundo capítulo titulado Entre la dependencia y la autonomía, Antonio Rubial analiza la literatura de La Nueva España. El primer gran cambio ocurrió en el idioma imponiéndose la lengua castellana. Y sucedió lo mismo con los temas y formas. Fue así como encontramos que en la literatura mexicana comenzó a destacar el ideal caballeresco, reflejando un estilo e ideal de vida emparejado con los valores del cristianismo.

 

La nueva cosmovisión centraba la vida en la lucha continua del bien y el mal. Para combatir este último debían dirigirse las vidas en el ejercicio de la virtud, la castidad, la humildad al mismo tiempo que se alimentaba la valentía, el sentido del honor y la lealtad al rey y el trato amoroso hacia las damas. Todo esto estaba presente en las novelas de caballería y en los autores del Siglo de Oro español.

 

Los escritores de la Nueva España serían en gran medida los religiosos, pero igualmente los caballeros nobles, los comerciantes y los funcionarios de la Corona, participaban en las actividades literarias. Los ayuntamientos tanto como los conventos se implicaron en producir y promover la producción literaria desde la Conquista hasta la Independencia.

 

A partir de las crónicas de la Conquista se funda una nueva tradición, que tuvo en un principio tres grandes personajes: Hernán Cortés, Moctezuma y La Malinche.

 

El género favorecido fue necesariamente la crónica, dar cuenta de un evento histórico y la compleja situación que lo rodeaba, privilegió esta forma sin que aparentemente interfiriera la ficción. A la par se dio la escritura de la evangelización que además del relato de lo que ésta implicaba, se propuso rescatar la cultura indígena, rescatar para el futuro la historia de un territorio, sus civilizaciones, las costumbres y modos de vida, antes de que se diluyeran en la fusión.

 

La era barroca produjo otras inquietudes literarias, la temática viró hacia la realidad social y la cultura colonial. Provocar y asentar un orgullo patrio surgió de los criollos a partir de que se consolidara la pertenencia a un país con características propias. Trajo esto géneros como “la relación de fiestas”, algunas describían la consagración de templos, como la de la Catedral de México, otras las beatificaciones o canonizaciones. En estas relaciones aparecían poemas ganadores de los certámenes poéticos que solían convocarse en la Nueva España.

 

Otro género que se desarrolló en las fiestas fue el Teatro con temas religiosos o mitológicos, aunque también trataría el tema de la Conquista, o la vida prehispánica. La influencia llegaba de los clásicos, pero es indudable que la literatura mexicana destacaba ya con rasgos únicos, propios de una cultura que cabalgaba entre lo reciente y novedoso, la antigüedad clásica y la cultura prehispánica.

 

El periodismo apareció con la primera Gazeta de México que se publicó en 1772 ahí se publicaban noticias comerciales, marítimas, religiosas y tenía una sección dedicada a los libros que se editaban en México, Madrid, París y Roma.

 

El tercer capítulo, escrito por Manuel Sol y titulado Panorama de la literatura mexicana del siglo XIX, es precisamente una panorámica de la transformación, a través del surgimiento de sociedades literarias. Fue la Academia de Letrán y sus integrantes quienes tomaron como misión mexicanizar la literatura, una ruta de emancipación de las letras que dejara solamente el rastro peculiar. Le siguió el Liceo Hidalgo con su carga de poesía patriótica y su interés en la filosofía racionalista. Aparece también la revista La Ilustración Mexicana con un contenido tan amplio que incluía incluso moda, y que agregó la novedad de las litografías a color.

 

La generación de la Reforma, aportará un nuevo punto de vista desarrollado en la novela costumbrista. Mirar la realidad metódica y fijamente para darla a conocer muchas veces por entregas.

 

Romanticismo, erotismo, la aparición de la Revista Azul, La Revista Moderna hasta la fundación de la Universidad Nacional de México, serán los caminos de la que se conoció como Generación Contemporánea o Generación del Setenta.

Conforme se apaga el siglo, se encienden otros géneros con nueva luz: el realismo, el naturalismo y el modernismo que trajeron otras formas de narrar.

 

Cierra el volumen el estudio de Alejandro Toledo acerca de La literatura mexicana del siglo XX, que se inicia con el legendario Ateneo de la Juventud, cuya producción responde a una inquietud suprema: volver al estudio de las humanidades oponiéndose a la educación científica y positivista que se había instaurado. Considerado el Sturm und Drag mexicano, fue una revuelta, la rebelión de las letras que creó la cultura moderna., y que quedaría impregnada de la Revolución, reflejándose inmediatamente en la literatura, y luego por el fuerte impulso de llevar hacia todos los estratos sociales la gran literatura clásica. El siglo XX verá acontecer el estridentismo y el muralismo como las grandes corrientes de liberación del genio artístico con caracteres fundamentalmente nacionales frente a la generación de los Contemporáneos y la modernidad de la poesía, el cosmopolitismo y la intelectualidad. El ensayo, el cuento, la novela y la poesía alcanzarán un cenit propiamente mexicano.

 

Región privilegiada de la cultura es la literatura, que es texto y contexto al mismo tiempo, y que dota de identidad. Es, pues, la intencionalidad de este libro permitir ampliar el conocimiento de nuestras letras e invitar a la reflexión de cómo ellas son un hondo espejo en el que descubrirnos.

 

LiteraturaPablo Escalante, Erik Velázquez, Antonio Rubial, Manuel Sol, Alejandro Toledo. Coordinador, Enrique Florescano. Presentación de Enrique Florescano. Colección: Historia Ilustrada de México. Editorial Debate- Conaculta, 2014, 272 pp.